Príncipe Pío
Las tres grandes estaciones históricas de Madrid han sufrido transformaciones. Atocha acoge un jardín tropical, pero mantiene su actividad ferroviaria, Delicias alberga el Museo del Ferrocarril y Príncipe Pío (1882), es la que a priori mantiene trenes en sus entrañas y atesorando ser el inicio de la línea que conectó España con Europa.
Debido a las condiciones del lugar donde se ubica y de la línea de contorno hacia Atocha, no contamos con la habitual disposición de pabellones longitudinales que alojan llegadas y salidas, sino una azarosa distribución en L. El edificio paralelo al Paseo de la Florida, sigue los cánones de la compañía del Norte, que se repetirán a lo largo de las estaciones de línea: mansardas, cuerpo central y extremos destacados, de marcado acento francés, debido al origen de la compañía.
Sin embargo el bloque que da la cara a la Cuesta de San Vicente, inaugurado en 1928, presenta un lenguaje más monumental en la línea de la Estació de França de Barcelona, es obra del mismo arquitecto, Pedro Muguruza. El icónico edificio está flanqueado por dos torreones con cúpulas metálicas, con un corpulento edificio central, que albergó hasta la reforma asociada al proyecto Pasillo Verde para la conversión en estación de Cercanías, el edificio de salidas. Este bloque en ciernes de convertirse en teatro, alberga en su interior un valioso conjunto de elementos Art-decó (lámparas, barandillas, mobiliario, etc.).
Ya en el interior, la cubrición se compone de dos cubiertas especialmente luminosas, casi gemelas, pero construidas y reconstruidas a lo largo de un siglo. A sus pies en una disposición arqueológica, podemos observar las redes de Cercanías y Metro. Prácticamente la totalidad de la marquesina paralela al edificio, está ocupada por un centro comercial, que quiere mantener querencias con elementos de un paisaje estación; madera, chimeneas, vagones, etc.
Como en toda gran estación, no se limitaba su desarrollo y por lo tanto su arquitectura al edificio de viajeros, sino también a las oficinas, y en este caso es un buen ejemplo las que construyó (1905) Demetrio Ribes en el Paseo del Rey, con elementos de marcado acento modernista como en su obra más reconocida, al estación de Valencia-Nord. Sin olvidar el pabellón de servicios sanitarios, un claro ejemplo de arquitectura racionalista (1930). Un poco más adelante, se encuentra la Escuela de Cerámica de la Moncloa y cruzando la pasarela metálica acabaremos en uno de los locales con más sabor ferroviario de la capital, la sidrería Casa Mingo, a la vera de las ermitas de San Antonio de la Florida y como vestigio del desaparecido paisaje ferroviario.